Acudí el fin de semana pasado a Valencia, como siempre me sucede con los conciertos, como quien va a una fiesta. Esto lo he dicho en alguna ocasión. Pero por los motivos que de sobra conocéis, no se pudo celebrar el mencionado concierto. No estoy acostumbrado a estos desenlaces; tras treinta y tantos años de periplo musical de un servidor, se pueden contar con los dedos de una mano las veces que por imponderables ajenos a mi voluntad he tenido que faltar a un compromiso de tal calado. O sea, encontrarme con vosotros.

En esta ocasión, vuestra respuesta rauda ante la convocatoria a la noche de la que estamos hablando, me llenaba de gozo sincero y hacía que mis ganas de encontrarme con vosotros fuesen mayores, si cabe, que en otras ocasiones. Máxime (sin desmerecer éstas), sabiendo que la presente, la que está por venir,  siempre nos promete nuevas alegrías. También teniendo como referencia y precedente en el inicio de esta segunda parte de la gira dos, para mí, magníficas noches en Albacete y Sevilla donde disfrutamos muchísimo.

Es decir, que la ocasión la pintaban calva y nos las prometíamos felicísimas. Pero la climatología caprichosa frustró nuestras loables  y sencillas aspiraciones de disfrute.

Bien. Llegados a este punto volví algo contrito y como bien sabía que sucedería, por el camino de vuelta coincidí con personas que habían viajado para asistir al evento. Me supo mal ese esfuerzo truncado y esa expectativa rota. A mí, podéis creerme, me sucedía lo mismo.

Por lo cual os comunico, a los que os pueda interesar, mi idea firme de volver durante este otoño a Valencia a ofrecer el recital prometido. Soy persona de palabra y tengo en mucho respeto por la confianza que venís depositando en mí. Mi obligación e inclinación natural es seguir siendo merecedor de ella.

Afectuosamente de corazón, siempre vuestro,

Manolo García