“Searching for Sugar Man”, que ganó ayer el Oscar al Mejor Documental Largo, narra una de las historias más insólitas del rock underground de la década de los años 70. La de un oscuro LP de debut de un cantautor de Detroit llamado Sixto Rodríguez que se convirtió en una fuente de esperanza e inspiración para el movimiento anti-apartheid en Sudáfrica. La banda sonora original está disponible a través de Legacy Recordings, una división de Sony Music Entertainment. La película documental sobre Sixto Rodríguez, considerado por algunos críticos como el Dylan hispano, ganó también el premio a la Mejor Película Documental Musical Internacional en la décima edición del festival de cine In-Edit.
Searching for Sugar Man (distribuida por Sony Pictures Classics) se estrenó en Nueva York en abril de 2012 en el Festival de Cine de Tribeca y tuvo una excelente acogida en Sundance Film Festival. Dirigida por Malik Bendjelloul, cuenta una historia que comienza con el lanzamiento del álbum debut de Rodríguez, “Cold Fact”, en 1970. En su Reissues of The Year (una revisión anual de las reediciones del año) de 2008, la revista Rolling Stone calificó el álbum como “un ejemplo notable del soul hippie de Michigan de Sixto Díaz Rodríguez, cantante y compositor”. La banda sonora de Legacy recopila canciones de “Cold Fact” y del siguiente LP de 1971, “Coming From Reality”, reeditados con éxito de crítica en 2008 y 2009, respectivamente.
Los productores de Detroit, Dennis Coffey y Mike Theodore, descubrieron a Rodríguez a finales de los años 60 en un bar local y se quedaron impactados por sus composiciones dylanescas. Artista carismático y misterioso detrás de sus gafas de sol, Rodríguez había atraído un gran número de seguidores locales y era un verdadero héroe popular en el sentido más puro. “Cold Fact” era una fusión de funk duro con “lirismo de la calle y arreglos psicodélicos folk”, en palabras de Doug Freeman, del Austin Chronicle. El álbum está cargado políticamente con “letras de canciones de actualidad y arreglos drogatas de vanguardia” (Time Out New York) y fue considerado “rareza de folk-soul” (Filter) y “la poesía lisérgica de la alcantarilla” (Spin).
Sin embargo, el disco no tuvo éxito comercial y a pesar de la publicación de un segundo LP, Rodríguez se perdió en la oscuridad. Los rumores sobre su destino se exageraron totalmente, yendo desde informes sobre su depresión galopante a un suicidio horrible en el escenario, que incluía la auto-inmolación.
Mientras tanto, el LP había dado la vuelta al mundo hasta Sudáfrica, donde el gobierno represivo lo prohibió. Las copias fueron pirateadas y distribuidas, y Rodríguez se convirtió sin darse cuenta en la banda sonora de una emergente juventud africana, cuyo movimiento de resistencia adoptó “Cold Fact” como su grito de guerra. Durante las siguientes dos décadas, Rodríguez se convirtió en un nombre familiar en el país, donde “Cold Fact” fue disco de platino en ventas.
Las dos caras de la historia, la vida de Rodríguez en Detroit y el posterior impacto de su música en la era del apartheid, mucho antes de la liberación de Nelson Mandela, resultó fascinante al director de documentales, Malik Bendjelloul, que vive en Estocolmo. Sus cortometrajes documentales para Kobra, el programa semanal de cultura internacional de televisión sueco, se convirtieron en la base de películas como “Men Who Stare At Goats” (George Clooney) y “The Terminal” (Tom Hanks). La evolución de la financiación, producción y grabación de “Searching for Sugar Man” es tan fascinante y compleja como la vida del propio Rodríguez.
“Yo me describiría como músico-político”, dijo Rodríguez recientemente. “Nací y crecí en Detroit, a cuatro manzanas del centro de la ciudad. En aquel entonces, yo estaba influenciado por los sonidos urbanos que estaban a mi alrededor todo el tiempo. La música es arte y el arte es una fuerza cultural. En cuanto a mi trabajo como comparación entre Detroit y la era del apartheid en Sudáfrica, las similitudes están ahí. En los carteles de la década de 1970 en Estados Unidos se leían cosas como ‘Queremos trabajo’ y ‘Parad la guerra’. Yo veía la música desde una perspectiva de clase obrera que era relevante, como se ha visto, para los chicos en Sudáfrica”.